Cuando decidimos ser padres, nos enfrentamos a emociones contradictorias: por una parte la
alegría de la vida que se inicia y por otra, la duda, el temor...¿seremos buenos papas? ¿estaremos capacitados para tal responsabilidad?
Son tantos los interrogantes que nos acosan pero poco a poco conseguimos respuestas, bien por lógica o con la ayuda de abuelos, medico, vecina, un libro de instrucciones u hoy internet,
Vamos guardando en nuestro baúl el primer diente, un mechoncito de pelo, tal o cual cositas que son trofeos, Detrás de cada uno hubo un aprendizaje, una historia que contar, un día mas en la vida de nuestros hijos y un agradecimiento a Dios por tan maravilloso regalo.
Los hijos van creciendo y los padres envejeciendo; son mayores los retos y menores las fuerzas; las aspiraciones aumentan y el vigor disminuye; el conocimiento fluye y el olvido se enquista; y sin embargo a pesar de los contratiempos, el amor, el respeto mutuo, la solidaridad y el perdón han de ir siempre al unisono porque segura estoy que nuestros hijos y todos los hijos al igual que nosotros, tendrán inquietudes, aciertos y errores parecidos.
