jueves, 17 de marzo de 2016

PARA TI, HIJO

     Hay situaciones que deben ser exaltadas. Tal es el caso de mi hijo Rafael y su perseverancia ante tantos impedimentos, contratiempos, obstáculos para presentar su trabajo de grado a fin de que le sea otorgado su título de compositor en la Univesidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA),

     He sido partícipe de sus angustias y testigo de su dedicación, sus frustraciones, sus deseos por alcanzar las metas trazadas. Ha habido entrega, sacrificios, insomnio, gastritis, interrupciones de luz, caídas de internet, pérdidas de información...pero ahí seguía mi hijo reiniciando la computadora, organizándolo  otra vez, recuperando lo extraviado para aislarse y arroparse con su música.

     Mi querido hijo, finalmente mañana 18 de marzo, será el día pautado de nuevo por las autoridades universitarias y se que recibirás los méritos  por los que tanto has trabajado y luchado.

     El éxito está en ti, Dios premiará tu sacrificio y nosotros tu familia y amigos, compartiremos contigo el triunfo merecido.Amén

¿Días festivos...?

    ¿De cuáles motores en marcha habla el presidente Maduro? Los motores son sinónimo de movimiento, máquina, mecanismo, por lo tanto requieren estar activados para su máximo rendimiento. En este caso, el maquinista estrella ha decidido apagar los motores e irse de vacaciones, tanto él como su combo y decretar asueto durante toda la semana santa para empleados públicos  y privados, o dicho de otra manera prolongar la inacción y el letargo. Esto cuando menos es una insensatez.


      ¿De cuál ahorro energético habla el presidente, a quién consultó para tales medidas, acaso es retaliación contra las empresas privadas que quieren seguir arraigadas a nuestro país?

     Los venezolanos nos sentimos cada vez más asfixiados, estrangulados, agotados, buscando mayormente alimentos y medicinas. ¿Habrá que suplicar  al heredero que comparta sus viandas y botiquín para subsanar las angustias del pueblo?

     Señor presidente, Venezuela lo que necesita es producción, trabajo y más trabajo. No siga convirtiéndonos en más parásitos
o en sanguijuelas chupa sangre (que al final será lo  único que nos quede si no morimos de anemia antes) pues qué otra cosa podrá esperar el ciudadano común para cuidar a su familia si el Estado se encuentra famélico?

LOS ROSTROS DE MI GENTE

     Los rostros de mi gente son rostros tristes, apagados,
casi plasmados por el desaliento...

     No puede haber alegría ante la incertidumbre.     
     No puede haber claridad en la desesperanza.
     No puede haber futuro ante el cansancio.

     Los rostros de mi gente no están pintados, 
tienen surcos aciagos de piel y barro.

     Los rostros de mi gente no están dormidos,
pasean por las noches con tanto olvido.

     Los rostros de mi gente no tienen lágrimas,
se secaron al paso de la guadaña. 

     

martes, 15 de marzo de 2016

UN DÍA DESPUÉS

     El pasado 9 de marzo, un día después de la conmemoración del día internacional de la mujer, escuché parte del discurso de Maurimar Baloa, representante  indígena, quien se expresó en nuestra asamblea nacional de manera diáfana, directa y con verdadero sentimiento autóctono.

     Esta mujer, joven por cierto, me emocionó por el contenido dramático de sus palabras. De tal magnitud fue su clamor por el abandono y penurias de tantos pueblos indígenas, incluyendo el suyo, que motivó los aplausos de todos los asistentes a dicho evento, abrazos y besos además de palabras de solidaridad y comprensión.

     ¡Ojalá su clamor no se quede únicamente en palabras salpicadas de dolor y también nuestro poder ejecutivo, llámese presidente de la República, entienda la magnitud del drama que sufren nuestras etnias.

     Maurimar Baloa concluiría diciendo, "¡Amazonas es Venezuela!" una forma explícita de recordarnos que les hemos relegado y abandonado. Aquí cabría el eslogan: Prohibido olvidar.

NUESTRA ASAMBLEA NACIONAL

     El otro día vi en la televisión española (TVE) el debate o las intervenciones de los diputados en el congreso español y me llamó la atención el orden y la disciplina que se apreciaba. A vuelo de pájaro: todos los señore(a)s diputado(a)s sentados en sus respectivos curules sin deambular de un lado a otro del hemiciclo; trato educado, dirigiéndose entre ellos como "señorias"; respeto a la máxima autoridad; tiempo de intervenciones bien cronometrado.

     Me pregunté por qué en nuestra asamblea nacional no puede ocurrir lo mismo, por qué no se dictan medidas disciplinarias y/o sanciones a quienes incumplan las normas. Pienso que debería exigirse un mínimo o máximo de respeto a la hora de las intervenciones, propuestas, interpelaciones de cada uno de los diputados de cualquier bancada.

     Si queremos un pueblo educado debemos  enseñar con el ejemplo. Tenemos la obligación de aprender a hablar y escuchar para transmitir mensajes claros, directos que enaltezcan a nuestra Asamblea Nacional. Estoy segura que los ciudadanos sabremos apreciarlo y nos sentiremos orgullosos de la labor patriótica que ustedes, señor Ramos Allup y señores diputados se proponen ejecutar. ¡Manos a la obra!

jueves, 3 de marzo de 2016

AL FINAL DEL TÚNEL...

      Días atrás llegó a mi memoria un episodio con papá, mamá y mis hermanas cerca de la década de los sesenta cuando subíamos de la playa, no se si de Anare o de los Caracas hacia la capital. Al llegar al mayor de los boquerones o túneles estaba congestionado y la cola no se movía.

     Papá preocupado por el humo que emanaba de los carros, nos ordenó salir del nuestro y caminar por la calzada en fila india hasta la salida: "al final del túnel encontrarán la luz".

     Así fue, esperamos a papá únicamente con la angustia de saber como se sentiría el viejo.

     Junto a ese recuerdo la confrontación fue inevitable porque esta vez bajando a Maiquetía, tuve que protegerme la cabeza detrás del parabrisas, pues desde el cerro que arropa el túnel, hoy pintado de pobreza inmobiliaria, lanzan objetos para que tengas la obligación de parar el vehículo. Si eres el elegido, no alcanzarás la luz como antes sino la terrible experiencia de ser atracado, robado  o quizás engrosarás la lista en la morgue.