Se dice que una imagen vale más que mil palabras...
Cuando apreciamos una pintura, una obra de arte, nos resulta muchas veces tan real que podemos visualizarla e inventar o tejer una historia alrededor de la misma, pero cuando nuestros ojos son el lienzo y la realidad el pincel, no se necesitan otras musas para mover las fibras del artista.
Si a todo lo anterior se junta aunque sea una palabra o acción desgarradora, un llanto, una súplica, tendremos una película dramática que se repetirá una y otra vez en nuestra memoria.
Dos situaciones me han golpeado estos últimos días: una joven mamá regalando a su bebé de siete meses por no tener nada que darle de comer. Alguien que hacía cola para comprar alimento, le escachó un cambur y se lo estaba dando cuando le advirtieron que tuviera cuidado no fuera que por las ansias conque la niña tragaba se fuera a asfixiar.
La otra escena corresponde a una joven viuda que estaba a punto de desmayarse junto a su hijita de tres años porque no tenía trabajo, dinero y por consiguiente nada que comer.
Todos estos episodios ocurrieron y ocurren diariamente en este país que según nuestros gobernantes y voceros "aquí hay comida para alimentar a tres países más y en donde no se necesitan medicinas".
Hay que tener MUCHA PELÍCULA, señor Maduro para creer que esto que se vive en Venezuela no es un drama.
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