lunes, 24 de febrero de 2014

CARNAVALES

El carnaval siempre ha sido una fiesta para el desahogo de las tensiones, para la diversión y el sosiego de aquellos que lo disfrutan sanamente, como debe ser.

Esos días, SIEMPRE, fueron compartidos por las familias, por los colegios, en las calles, salas de fiestas, etc. Se hacían comparsas y carrozas a ver cuál o tal era más ingeniosa, con mucho o poco presupuesto. Ahora se me ocurre hablar en pasado, puesto que al margen de las decisiones personales de cada quien, Maduro, sugiere: "pongámonos el uniforme de Bolívar o la boina roja del comandante...ellos (refiriéndose  a los que no son ellos) querrán sabotear nuestros carnavales...no han podido con nosotros (¿refiriéndose a...?) ni van a poder." 

Y yo me pregunto, ¡Dios mío, hasta dónde vamos a llegar con tanto fanatismo!
Que cada quien se disfrace como le de la gana y que no se conviertan los pocos espacios lúdicos que tenemos, en hervideros políticos también.

Y  el que no quiera festejarla porque sienta que no hay mucho que festejar, que se quede en   su localidad y punto.

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