Ayer, limpiando unas lentejas para el almuerzo, me dí cuenta que nuestra sociedad o nosotros nos parecemos a las lentejas.
En principio, estas legumbres por ser tales, se crían y viven en VAINAS.
Si observamos la diversidad de sus matices, las hay casi rosadas, marrón claro y obscuro, achocolatadas hasta negritas, es decir, VARIOPINTAS, como nuestras mezclas étnicas.
Al percatarnos de su tamaño y contextura, las vemos redonditas perfectas, flaquitas, esmirriadas, arrugadas y feítas.
Y qué ocurre a la hora de limpiarlas? vamos eliminando a las más débiles, las que no nos sirven; hacemos un montoncito para luego botarlas.
Después de ese proceso de selección hay que remojar las que quedan. Las REDONDITAS se hinchan y van ocupando todo el espacio, atropellando al resto hasta volverse BUCHONAS. Las más DÉBILES que necesitan hidratarse también, se sienten sofocadas y entonces decidimos echarles más agua pero... Oh. sorpresa! surgen las vacías CAMUFLADAS. Si te das cuenta, las sacas del montón, porque si no, se adueñan de tu guiso y flotan como si para ellas no hubiera tormentas ni vaguadas.
Por lo demás, aunque creamos que fuimos cautelosos a la hora de limpiarlas, siempre persiste alguna piedra IRREVERENTE que hay que eliminar del caldo, a riesgo de que nos parta un diente o nos saque la piedra.
jajajjajajaja claro siempre hay una piedra salia que te arruina el momento lo importante es detectarla a tiempo y savarla de tu caldo
ResponderEliminarMadre, me encanta...... una particular manera de compararnos.... besos
ResponderEliminarPues si, una forma muy peculiar ....
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